El Universo en color… pero… ¿en qué color?

Muchas veces, cuando muestro una imagen astronómica a alguien y añado la coletilla «es falso color», el sujeto en cuestión me mira con gesto de desconfianza como si todo lo que le hubiese dicho hasta ese momento se tornase falso.

Y es que hay que tener cautela cuando se habla de color en imágenes astronómicas. Cuando vamos por la calle y miramos lo que nos rodea, de forma imperceptible, tendemos a creer que los colores que vemos son los reales. ¡Y lo son! pero lo son sólo para nosotros, Homo Sapiens con un sistema visual que tiene una curva de sensibilidad característica de nuestra especie. Nuestros ojos son capaces de ver colores con longitudes de onda entre unos 430 y los 680 nanometros. Pero la sensibilidad que tiene nuestro sistema visual para cada color es distinta. Nuestro sentido de la vista es más sensible cuando ve algo de color verde que cuando ve algo de color rojo o azul.

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Los sensores electrónicos que utilizamos para hacer fotografía del cielo a principios del s. XXI son mayoritariamente sensores CCD si lo que se pretende es captar radiación en las frecuencias visibles, es decir, en el rango de longitudes de onda donde el ojo humano trabaja. Pues bien, estos sensores tienen curvas de sensibilidad muy distintas a la que tiene el ojo humano y que representábamos arriba. Por ello, los sensores electrónicos utilizados en astronomía «ven» otros colores. De hecho, la mayor parte de los sensores electrónicos de ese tipo suelen ser muy sensibles en el rojo y bastante menos en el azul.

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Los pilares de la creación por el telescopio espacial Hubble (crédito NASA/ESA STScl), una espectacular imagen en falso color.

Las cámaras de fotografía que todos utilizamos para capturar imágenes de la vida diaria tienen filtros en sus sensores para conseguir que su respuesta sea semejante a la de nuestros ojos. Una cámara digital común realiza notables esfuerzos tanto hardware como software (post-procesamiento) para que veamos colores semejantes a los que vemos con nuestros ojos. Vease este link para descubrir más sobre esas técnicas.

Para complicar aún más el asunto, en astronomía, utilizamos filtros que ponemos delante de nuestras cámaras para poder captar una zona determinada del espectro o para minimizar los perjudiciales efectos de la polución luminínica. Todo esto lleva a que las imágenes que obtenemos del Universo casi nunca son «color real» es decir, con colores semejantes a los que vería un humano si colocase su ojo en un telescopio.

Por último, las imágenes astronómicas son siempre procesadas mediante software de tratamiento de imágenes que permite extraer toda la información de las mismas. Durante ese procesamiento es habitual alterar los colores de la imagen o modificar un determinado tono para resaltar alguna característica o detalle del objeto astronómico. Con ello, de nuevo, se alteran, aún más si cabe, la información de color.

Todo esto hace que sea habitual ver imágenes de un determinado objeto astronómico, una galaxia o una nebulosa con muy diferentes colores y es que depende de la combinación de filtros o de las técnicas de procesamiento utilizadas. Veamos algún ejemplo de ello. A continuación se recogen tres imágenes de la misma nebulosa pero con diferentes informaciones de color.

NGC281. Nebulosa Pacman (Observatorio de Almadén)

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NGC281. Nebulosa Pacman (Máximo Suarez)

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NGC281. Nebulosa Pacman (Antonio Peña/Jorge García)

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Otro excelente ejemplo son las diferentes versiones de la famosa cabeza de caballo.

Nebulosa Cabeza de caballo (Frank Barrett)

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Nebulosa Cabeza de caballo (Jim Solomon)

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En definitiva, ambas imágenes son lo que llamamos «con falso color» puesto que no serían los colores que veríamos si observáramos la cabeza de caballo con nuestros ojos a través de un telescopio. Algo que es difícil puesto que este objeto es francamente débil.

Existen técnicas de calibración de nuestro sistema de fotografía (telescopio, cámara, filtros, etc.) que nos permite obtener imágenes cercanas al «color real» puesto que intentan acercar la respuesta espectral del equipo fotográfico a la de nuestros ojos. Y los astrónomos profesionales tienen estandarizados una serie de filtros para normalizar los colores (las longitudes de onda) con las que adquieren una imagen. Todo ello con el único propósito de controlar ese pequeño lío que es el color en el Universo.

El primo del ISON; el cometa Lovejoy R1

Tras el culebrón protagonizado por el cometa ISON que ha acabado con el cometa fragmentado y prácticamente destruido, ha aparecido en escena otro cometa brillante que veníamos siguiendo desde hace tiempo; se trata del C/2013 R1 (Lovejoy).

Este cometa pasó cerca de la Tierra (a unos sesenta millones de kilómetros) hace unas semanas  y ahora se dirige al perihelio, el punto de su órbita más cercano al Sol atraído por la intensa fuerza de gravedad de la estrella. El cometa es observable desde el hemisferio Norte y tiene una magnitud (brillo) alrededor de 4-5 por lo que es visible desde cielos oscuros. A continuación os presentamos una carta de localización para lo que queráis intentar encontrarlo durante este mes de Diciembre. Con primáticos es realmente fácil de identificar por su color verdoso.

Hay que intentar localizarlo antes del amanecer hacia el Este y a media altura (30-40º) aunque a medida que avance Diciembre cada vez se encontrará más bajo.

lovejoy R1 chart Carta de localización del cometa Lovejoy C/2013 R1  Credito: Sky& Telescope

En AstronomíaConCuchara hemos madrugado la mañana del día 6 de Diciembre y hemos conseguido está imagen del cometa Lovejoy. Ha sido un placer ver el color verde azulado y su aspecto algodonoso.

En la imagen se aprecia la cola y ese color fruto de las moléculas de carbono. Los trazos que se ven en la imagen son debidos a que se ha procesado la imagen para inmovilizar el cuerpo del cometa, como el cometa se mueve respecto a las estrellas, las estrellas aparecen como trazos.

Imagen guardada con los ajustes integrados.

No dejéis de intentar ver este magnífico cometa. Su periodo es de 7000 años, de forma que os será difícil volverlo a ver…

Finalmente, ISON no será el cometa del siglo

Finalmente, tras unos días después de pasar por el perihelio, el cometa ISON parece que no será un objeto visible a simple vista. Primero fue que si, luego fue que no, después que si y otra vez que no. Lo cierto es que este pequeño trozo de hielo sucio ha tenido en ascuas a toda la comunidad astronómica durante varios días hasta que parece confirmarse que el cometa ha quedado seriamente dañado por su paso junto al Sol.

Después de las imágenes del satélite SOHO, ha sido la misión STEREO la que ha mostrado los restos del cometa. En estas imágenes se puede ver un objeto muy fragmentado y sin posibilidades de dar lugar a un cometa visible a simple vista. Si que será, probablemente, observable a través de imágenes de cierto tiempo de exposición, pero eso queda reservado para los profesionales y algunos amateur.

 

La imagen que mostramos a continuación, de la misión STEREO, da cuenta de lo dañado que quedó el cometa.

 

stereo_ison_post

Los restos del cometa ISON, arriba a la izquierda, muestran lo fragmentado del objeto y la ausencia de un núcleo evidente, lo que llevará, casi con toda probabilidad a un objeto difuso. No obstante, habrá que esperar aún unos días para que el cometa se aleje de las proximidades del Sol y así poder ver su brillo respecto a un fondo de cielo oscuro.

El cometa, que se encuentra en el horizonte Este durante el amanecer, irá subiendo poco a poco de forma que será más fácil de observar a medida que avance el mes de Diciembre. Aunque como decimos, no se pueden esperar grandes cosas de este cometa. En fin, fue divertido mientras duró. Ahora, a prestar atención al otro cometa de moda; C/2013 R1 (Lovejoy)… este parece que si es visible a simple vista…